Rusita... Rusita hermosa y pervertida, licenciada con honores, antropóloga del Altiplano que me habla de calaveritas y flores, alumna de mi cama y de nuestras noches de vino.
Qué voy a hacer contigo che? Con tus ganas de presentarme a tus padres, con tus cenas con amigos que no me interesan, con tu qué somos, con el deseo de verme a cada rato...
Yo no soy así Rusita, no sé en qué se me fueron esas ganas que tú tienes de mí, pero no las tengo.
Tengo ganas de reir contigo, de envolverme en tu batiburrillo de acentos y tu sintaxis erronea, de revolcarme por el suelo hasta la madrugada cuando el colchón ya no nos alcanza, de que te pongas a bailar y ser tu espectador exclusivo, de que me hagas sentir como tus veinte años menos, de tantas cosas contigo...
Pero no de la rutina, con eso no puedo. Porque terminaremos por ir los domingos a comer a casa de tus padres, en días alternos, un domingo con tu madre, al siguiente con tu padre, porque tus amigos comenzarán a tener wawitas, y vos querrás también, y se armará el lío, porque querrás que vivamos juntos y nos aburriremos el uno del otro poco a poco y vendrán esos días grises en que no nos apetezca abrazarnos como ahora, los trapos sucios, las inclemencias de un amor ordenado y ordinario.
Porque detrás de las flores tú no ves mi calavera, la ñatita poderosa que soy, en la que me convertí a fuerza de olvidos y recuerdos. Trátame así, venme a poner más flores que me oculten, ven y tráeme licor y cigarrillos.
Yo a cambio te concederé todos mis deseos, te llevaré al cielo de tu sexo, te cambiaré palabras preciosas por los tesoros que de ti requiero
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