fotograma de la muerte en venecia, de luchino visconti
"Y
alternando cumplidos con toda suerte de bromas e ingeniosos galanteos,
Sócrates instruía a Fredo sobre el deseo y la virtud. Le hablaba de los
ardientes temores que padece el hombre sensible cuando sus ojos
contemplan un símbolo de Belleza eterna; le hablaba de los apetitos del
no iniciado, del hombre malo que no puede pensar en la Belleza cuando ve
su reflejo y es, por tanto, incapaz de venerarla; le hablaba del terror
sagrado que invade al hombre de sentimientos nobles cuando se les
presenta un rostro semejante al de los dioses, un cuerpo perfecto, de
cómo un temblor le recorre y, fuera de sí, apenas sí se atreve a
mirarlo, y venera al que posee la belleza y hasta le ofrendaría
sacrificios como a una columna votiva si no temiera por pasar por
insensato a los ojos de los hombres. Porque la Belleza, Fredo mío, y
sólo ella es a la vez visible y digna de ser amada: es, tenlo muy
presente, la única forma de lo espiritual que podemos aprehender y
tolerar con los sentidos. Pues, ¿qué sería de nosotros si las demás
formas de lo divino, si la Razón, la Virtud o la Verdad quisieran
revelarse a nuestros sentidos? ¿Acaso no pereceríamos y nos
consumiríamos de amor como Semele al contemplar a Zeus? La Belleza es,
pues, el camino del hombre sensible hacia el espíritu…, sólo el camino,
un simple medio, mi pequeño Fredo… Y el taimado cortejador añadió luego
su idea más refinada: que el amante es más divino que el amado, porque
el dios habita en él y no en el otro…, acaso el pensamiento más tierno y
burlón jamás concebido por alguien, y del cual brotan toda la picardía y
la más misteriosa e íntima voluptuosidad del deseo." thomas mann, la muerte en venecia.
yo tengo mi propio tadziu... bueno... el mio es infinitamente mas hermoso que el de visconti...
arun, mi pequeño tadziu
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